Domingo 30 de mayo de 2021 – Evangelio según San Mateo 28,16-20

lunes, 24 de mayo de
image_pdfimage_print

En aquel tiempo, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”.

 

Palabra de Dios

P. Marcelo Amaro sacerdote jesuita

Fiesta de la Santísima Trinidad

Hoy celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, la fiesta de Dios que es comunidad, que es AMOR, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Todos nosotros tenemos la experiencia que el amor une. De hecho la vida nos ha enseñado que solo el amor une verdaderamente: ni por ser de una misma familia, ni pertenecer a una misma nación, ni por compartir una ideología, o religión, es condición para estar unidos; si no hay amor nada une, por más fuerte que sea. Pero si hay amor, aún en las diferencias, hay unidad.

Pues ese amor y esa unidad que podemos contemplar en Dios Trinidad, no solo se nos vuelve ejemplo, sino que se nos vuelve meta para desear vivir de la misma manera, trabajando por construir la unidad en esta comunidad humana. Y se nos vuelve impulso, que desde dentro de cada persona, y desde el corazón de la comunidad de la Iglesia, nos anima a buscar la reconciliación, la paz y la justicia, solo posibles por medio del amor.

Hoy, en el Evangelio, vemos cómo Jesús, después de entregar la vida en la cruz, después de resucitar e ir junto al Padre, adquiere pleno poder en el cielo y en la tierra, garantizando a sus discípulos que no los deja solos, sino que estará con ellos todos los días hasta el fin del mundo. El amor no rompe con la unidad, sino que busca creativamente la manera de estar presente, animar y acompañar a quienes ama.

Jesús se va al Padre, pero envía al Espíritu Santo, para que recuerde a todos sus amigos lo que les ha enseñado, y para hacerlos testigos valientes y alegres de la salvación que por medio de Él hemos recibido. La despedida de Jesús, al irse al padre, no es una invitación a llorar por su ausencia, sino es un impulso a lanzarnos a la misión para dar a conocer la buena noticia del Evangelio y para hacer de todas las naciones, sin ninguna discriminación, nuevos discípulos de Cristo, convencidos de que el amor que se hace servicio y que construye fraternidad, es el único camino de la salvación. Y para ello Jesús nos envía a dar a conocer a este Dios Trinidad:
El Padre Creador, Hijo Redentor, Espríritu Santo, vivificador.

Que esta fiesta de la Trinidad, implique para nosotros un impulso misionero, que nos lleve a comunicar con obras y palabras, y sobre todo con el testimonio de la unidad, que Dios es amor, que nos ama y es lo ha manifestado en Jesucristo, y que nos involucra en el amor, buscando vivir todos juntos como Hijos y Hermanos.

Que Dios nos bendiga y fortalezca.