Domingo 6 de Diciembre del 2020 – Evangelio según san Marcos 1, 1-8

sábado, 5 de diciembre de
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Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.

Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos, así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.

Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: «Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.»

 

Palabra de Dios

Padre Sebastián García sacerdote del Sagrado Corazón de Betharram

 

“Una voz grita en el desierto: preparen el camino del Señor”. Es la frase que más nos puede resonar en el evangelio de hoy, proclamada por Juan Bautista. Y que se suma como propósito de itinerario al “estén prevenidos” del domingo pasado.

Preparar el camino tiene que ver con entender el sentido de la vida. De eso también se trata el Adviento. Pensar en la permanente venida de Jesús en cada uno de los instantes de mi vida y en cada uno de mis hermanos, especialmente aquellos que son fruto de la cultura de la muerte y el descarte.

Cuando pensamos en el camino inmediatamente pensamos en nuestra vida. La vida es camino. La vida se camina, se transita, se hace huella y sendero. La vida tiene que ver con el levantar la mirada y tomar conciencia que desde que nos gestamos en el vientre materno, empezamos a caminar, a hacer camino, a transitar lo que somos y lo que queremos. La vida es ese pequeño tramo de existencia entre la gestación y la muerte que no es sino una mera excusa para haber amado. La vida entera es una excusa que Dios nos regala para amar.

Por eso preparar el camino será sobre todas las cosas ordenar la vida, priorizar, jerarquizar, darle sentido. La invitación de la Palabra de Vida de hoy es a dejarnos encontrar por la predicación de Juan y no sentir que nos impone un peso terrible y casi imposible de llevar sino todo lo contrario: hacer un alto en el día a día de todos los días para poder pensar, reflexionar y rezar nada más ni nada menos sobre los caminos de mi vida. ¿Qué caminos estoy recorriendo que le dan más Vida a mi vida? ¿Cuáles no? ¿Qué caminos ya no puedo seguir caminando y tengo que animarme a desandar o abandonar? ¿Qué nuevas aventuras me esperan de la mano providente de Dios que se abren como posibilidades? ¡Qué lindo poder hacernos estas preguntas! Que dan paso a otras más serias: ¿Soy feliz con los caminos que recorro? ¿Soy feliz con la vida que tengo? ¿Soy feliz con la vida que vivo? ¿Hay algo que todavía me queda por encontrar y vivir? ¿Hay suficiente Vida en mi vida para que otros hermanos, especialmente los más sufrientes, encuentren Vida en mi vida?

Preparar el camino tiene que ver con pensar y repensar, rumiar y rumiar y rumiar la vida que tengo. No porque sea un desastre y la tenga que cambiar definitivamente. Quizás sí. O quizás precise de esos tiempos privilegiados de silencio y oración, de reflexión y meditación para poder reencontrame conmigo mismo y ahí con Dios y poder hacerme las grandes preguntas acerca de la vida. ¿Quién soy? ¿Quién voy siendo? ¿A qué me siento llamado? ¿Para qué estoy en este mundo? ¿Cuál es el sentido definitivo y crucial de mi existencia?

El Adviento es un regalo para poder una y otra vez poder regalarnos a nosotros mismos esta posibilidad de hacer un alto y de pensar. Porque penar no está de moda. Muchos no quieren que pensemos. La sociedad de consumo es enemiga del pensamiento crítico y por eso nos entretiene: nos tiene “entre-redes” y así no sólo nos atrapa sino que nos hace invertir el tiempo en cosas que no valen la pena y que terminan vaciándonos por dentro y amargándonos el corazón en la cerrazón del egoísmo y el sinsentido. Preparar el camino, hoy es contracultural. Es revolucionario. Porque nos invita a ejercer el arma más poderosa que tenemos: pensar críticamente. Y rezar lo que pensamos. Pasar por la mente y el corazón las grandes reflexiones que permitan seguir engendrando Vida en nuestra vida y así nuestra vida estalle de la presencia de Dios y por la fuerza de su Espíritu se contagie a otras vidas.

Que tengas un lindo domingo para animarte a pensar y a rezar las cosas fundamentales de la vida y así preparar el camino del Señor.

Te abrazo fuerte en el Corazón de Jesús y será si Dios quiere hasta el próximo evangelio.