Domingo 8 de Diciembre del 2019 – Evangelio según San Lucas 1,26-38

viernes, 6 de diciembre de
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El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.

María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?”.

El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”.

María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”. Y el Ángel se alejó.

 

Palabra de Dios


 

Padre Sebastián García sacerdote del Sagrado Corazón de Betharrám

 

Hoy es un día muy especial porque es el día de la Virgen María, día la Inmaculada Concepción. Hoy es una de esas fiestas lindas de la Iglesia en la que celebramos a la Virgen María y lo hacemos en el marco de este día llenos y cargados de alguna manera de religiosidad popular. Sentimos a María como Madre de todos nosotros, que recibe esa buena noticia de parte de Dios de que va a ser madre en Salvador. Sentimos con María se hace Madre de todo el Pueblo. María es la Madre de Dios y de todos nosotros que somos sus hijos. María es madre de todos. En muchos lugares de nuestro país y de Latinoamérica se organizan procesiones y peregrinaciones a la Virgen. Serenatas, veladas, cantatas, reza bailes. Todo en un sano ambiente de fiesta y de celebración. Y esto sucede porque reconocemos que la Virgen es una de nosotros. Que es Madre, pero que camina con su Pueblo. Y entonces el Pueblo camina con su madre. Porque la vida, la virginidad, la maternidad y todo lo de la Virgen María no tiene nada de pasivo sino totalmente activo. María es la mujer incansablemente bienhechora que “no se queda quieta” y toda su vida va a ser un peregrinar. Ni bien recibe el mensaje del ángel, sale disparada para la casa de su prima en una montaña perdida de Judá, siendo así la primera misionera.

Hay algo que se destaca la lectura del evangelio y es la absoluta disponibilidad que tiene la Virgen frente a ese designio, a esa invitación que le hace Dios Padre a través del ángel: ser nada más ni nada menos que la madre de Jesús.

Más allá de que ella pudiese haberse negado, haber trazado otros planes, creo que una de las cosas principales que hay que destacar es que María absolutamente Virgen. Y si eso bien tiene un rasgo en su relación con San José, lo que hace definitivamente Virgen a María es que se vacía de todo aquello que no es Dios para llenarse de Él. Esto es en definitiva lo que celebramos en este día: un vientre vacío de todo aquello que no tiene que ver con Dios ni con su voluntad, sino para dejarse llenar por Él. Es así como acontece el misterio de la Encarnación: Dios se hace hombre y se hace hombre en el vientre virginal de una muchachita de la Palestina del siglo I.

¡Qué lindo poder celebrar a la Virgen María como modelo de discípula y de cristiana! ¡Qué lindo poder celebrar a la Virgen María como Madre del Pueblo! ¡Qué lindo poder celebrar a la Madre de Jesús que nos la regala, nos la entrega y nosotros la podemos hacer nuestra!

Y qué lindo en el día de hoy poder pensar en estas actitudes, ¿no? Poder también nosotros seguir descubriendo cuáles son aquellas cosas de las cuales estamos llenos, que no pertenecen, que no son, que no se corresponden con Dios y dejarlas de lado como hizo la Virgen María. Hacernos también nosotros “vírgenes” para poder recibir completa la Buena Noticia de un Dios que nos trae la salvación. Es un muy lindo ejercicio para poder hacer mirando a María y de cara al Adviento: pensar, meditar y rezar todas esas cosas que tenemos en nuestra vida y en nuestra historia que no nos permiten ser del todo hijos e hijas de Dios y nos separan de su amor. En el Antiguo Testamento varios profetas hablan de “circuncidar el corazón”. Creo que es un lindo ejercicio. Pensar en nuestra virginidad es ofrecerle decididamente a Jesús todas esas cosas que nos cuestan o no podemos cambiar. Para volver a tener un corazón virgen, es decir, libre de toda atadura, de todo mal, de toda ilusión, de todo pecado, limpio, puro, activo, misionero, tal cual el de la Virgen.

Que tengas una muy linda fiesta de la Inmaculada Concepción y puedas celebrar este día tan especial de la Virgen María.