El árbol navideño y nuestras raíces

viernes, 23 de diciembre de

Al igual que los árboles, las personas también necesitan raíces.

Sólo quien está arraigado en buena tierra, permanece firme, crece, “madura”, resiste los vientos que lo sacuden y se convierte en un punto de referencia para quienes lo miran. Pero, queridos, sin raíces nada de esto sucede: sin cimientos firmes se permanece tambaleante. Es importante custodiar las raíces, tanto en la vida como en la fe. A este respecto, el apóstol Pablo nos recuerda el fundamento en el que debemos arraigar nuestra vida para permanecer firmes: dice que permanezcamos “arraigados en Jesucristo”.

Esto es lo que nos recuerda el árbol de Navidad. Arraigados en Jesucristo.

 

Papa Francisco