El combate espiritual

miércoles, 5 de marzo de

Las seducciones del individualismo, la comodidad, el deseo de poder, la envidia, nos abruman; siempre tenemos que elegir, y somos frágiles, débiles…

¿Cómo nos preparamos para la lucha? Solos no podemos, el mismo Jesús lo hizo «lleno del Espíritu Santo» (Lc 4,1).

Empecemos por la entrega, tenemos que confiar, ponerlo todo en manos de Dios en este camino cuaresmal. «Refugio mío… Dios mío, confío en ti» (Sal 90,1-2).

¿Cómo va tu combate?

No bajemos la guardia. «Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión» (Lc 4,13).

«Es tiempo de actuar, y en Cuaresma actuar es también detenerse. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo. Por eso la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura, de vaciamiento: fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan. Entonces el corazón atrofiado y aislado se despertará».

Francisco