El misericordioso

lunes, 4 de abril de
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Estando perdida Dios me trae de su mano nuevamente hacia Él, hacia Casa. Entonces recuesto mi cabeza en su hombro sabiéndome amada. Le cuento entre mate y mate todo lo que me pasa, me siento abrazada, amada , gusto el estar en casa.

Yo veo barro, vos ves barro amado.  A mí me pesa mi caos, a vos te alegran mis pasos. Yo me culpabilizo cuando vos ya me perdonaste y me liberaste de mis propias cadenas. Me desafías, me desacomodás, me rompés lo duro, me enternecés, me enamorás, me amás, me curás, me resucitás, me querés en tus manos, esperás mi barro para curar.  ¡Gracias, Dios misericordioso, por amar nuestra pobreza!