El misionero es maestro en acogida

miércoles, 26 de junio de

Una de las condiciones necesarias de un misionero es la acogida.

En primer lugar, acoger la vida de uno mismo, para acoger la vida de los demás, como don y regalo de Dios.

En segundo lugar, acoger la Palabra de Dios, que me habla de una y mil maneras de su Buena Noticia, para poder transmitirla a los demás con mi testimonio y mi palabra.

En tercer lugar, acoger el camino que me toca transitar (mi familia, mi comunidad, mis amigos –cercanos y lejanos-, mis estudios, mi trabajo, etc) en la vida diaria, para hacer de ello, un estilo de vida al estilo de Jesús.

Acoger para un misionero es: aceptar, recibir, proteger, amparar, cuidar, albergar, atender, vigilar, cobijar, resguardar… Abrirse a la novedad de Dios que sale a nuestro encuentro en su Palabra que habla en la vida personal, en la vida de los demás y en los acontecimientos cotidianos de la vida.

Jesús, el misionero por excelencia, es Maestro en acogida. Él acogió la humanidad en su Persona; acogió la Palabra en su existencia; acogió la Voluntad del Padre en sus acciones; acogió las inspiraciones del Espíritu Santo en el Anuncio del Reino; acogió a los pobres, los enfermos, los necesitados de perdón y amor.

Jesús, el misionero por excelencia, es quien nos enseña cómo acoger nuestra vida – la vida- y su Palabra. Aprendamos de Él.