Estaban en la barca, cansados de intentarlo, desilusionados ante el fracaso. Se les apareció un hombre y les dijo que lo intentaron una vez más. Lo hicieron. Sacaron una red llena de peces. Juan lo reconoció. Era Jesús.
Pedro al caer en la cuenta de que era a Jesús a quien tenía al frente se alistó y se tiró al mar. No pensó en el riesgo, ni en lo alocado o ridículo que podía verse según quien lo mirara. Él solo miraba a Jesús y Jesús veía en ese acto una entrega de amor. Al llegar a la orilla, Jesús lo secó y lo invitó a descansar.
Llegaron los otros discípulos. Era la hora de comer y compartir, de disfrutar y reír. Rebozaban gozo, desbordaban paz. El resucitado estaba al frente y al mismo tiempo estaba dentro.
Contemplación de San Juan (21, 1-13)
Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él…
Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a…
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo…
El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: “Juan el…
Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo: “Vengan…