El evangelio de hoy nos deja una hermosa enseñanza, nos habla del valor de la amistad. Cuantas veces, hemos necesitado de un sostén, de unas muletas para poder seguir avanzando con nuestra vida.
El hombre paralítico del que habla el Evangelio recibe el milagro de la curación, gracias a la osadía de sus amigos, quienes no dudan de ser creativos al momento de querer presentarlo delante de Jesús, abrieron un orificio para bajarlo por allí estando en su camilla.
Cuántas veces hemos quedado paralíticos en la esperanza, en la caridad, en el perdón y gracias a la intervención de “los buenos amigos”, quienes, por medio de su cercanía, de su consejo, escucha, tiempo, oración, fueron aquellas personas que “abrieron nuevos espacios” en la percepción que teníamos sobre nuestra vida, que por momentos pudo parecer adormecida sumergiéndose en la más cruda tristeza y desesperanza.
Hoy agradezcamos por los amigos que la providencia coloca en nuestro caminar, por las veces en que fuimos sostenidos por ellos o por las veces en que ellos nos presentaron delante de Jesús al rezar por nosotros y nuestras necesidades. Pidamos también a Jesús, para que nos enseñe a ser buenos amigos para los otros, a mantener relaciones libres de vagos apegos, a tener la capacidad de escucharlos y acompañarlos.
“La amistad es de los regalos más grandes que una persona, que un joven, puede tener y puede ofrecer. Es verdad. Qué difícil es vivir sin amigos. Fíjense si será de las cosas más hermosas que Jesús dice: «Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre» (Jn 15,5). Uno de los secretos más grandes del cristiano radica en ser amigos, amigos de Jesús”. (Discurso preparado por el Papa Francisco para el encuentro con los jóvenes en la Costanera de Asunción, domingo 12 de julio de 2015).
Gracias Jesús por el don de la amistad, por permitirnos cultivarla y vivirla desde y contigo.
Hna Débora Evangelina
Apóstol del Sgdo Corazón de Jesús