Últimamente me he encontrado describiendo a varias personas y situaciones como ‘casa’, ‘sentirme en casa’, ‘estar en casa’. Tuve la gracia de que mi casa terrenal, mi hogar, fuera reflejo de la Casa del Padre. El término ‘casa’ para mí está lleno de significados, entre ellos: refugio, lugar al que se pertenece, lugar en el que uno es amado, lugar en el que uno es, Encuentro, gozo, paz, plenitud y presente.
Hoy, consciente de mi condición primera, la de ser Hija de un Dios que es amor, de a ratos experimento la plena conciencia de estar en Casa, de vivir en Dios, de estar rodeada de Él. Puedo descubrirlo en determinados rostros y en momentos particulares que desbordan Vida, alegría, paz, gozo, plenitud y presente. Ahí donde se encarna el Amor y la Vida, en mayúsculas, justo ahí, estamos en Casa.
Sé que esta Presencia está siempre, es la Vida palpitando, la esperanza germinando en silencio constantemente pero solo de a ratos se me abren los ojos del alma y soy capaz de pronunciar: ‘Estoy en Casa’ y ante semejante realidad, ante tal Presencia amorosa y vivificante, solo puedo agradecer. Ojalá pueda vivir y morir pronunciando gracias.
Caigo en la cuenta que ‘estar en casa’ es ‘gustar el cielo’. ¿Qué otra cosa es el cielo sino la Presencia absoluta de Dios? ¿Y qué mejor modo de describir esta Presencia que con la palabra ‘plenitud’? Hay cielo acá, cuando Lo dejamos habitar.