Encontré en Dios el abrazo que hace tiempo no experimentaba.
Hallé en su regazo canciones para mi tristeza,
lámparas para mis noches, moradas frescas para mis desiertos.
Vislumbré la esperanza perdida.
Encontré mis tesoros robados.
Recogí el silencio y la paz que el ruido
y el miedo me habían extraviado.
Terminé un año con bastantes proyectos frustrados.
Cansado de los encierros.
Gastado de los engaños.
Lloré las distancias y los silencios.
Temí a la soledad.
Me harté de los desencuentros.
Busqué en Dios lo que perdí y encontré
la posibilidad de recomenzar de nuevo.
Este año quiero eso: vivir sin pretensiones,
sólo a la mirada de Aquel que me alegra.
Sólo servir y amar desde el lugar que sea.
Sólo comprender.
Sólo tener fe.
Sólo sentir que hay puentes que,
en Dios, todos se conectan.
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