No es fácil saber cuánto va a durar todo esto. La incertidumbre se ha vuelto una compañía densa, una incómoda realidad.
¿Cómo aflorar la esperanza cuando las circunstancias la roban? ¿Cómo emprender una búsqueda en la fría niebla de los días?
La espera se vuelve un misterio, y no se sabe de milagros hasta que nos toca pedirlos. No se sabe de soledad hasta que nos encontramos con nosotros mismos. No se sabe de temor hasta que la espalda se nos eriza.
La incertidumbre, a veces, se vuelve una puerta a la desesperación, a la angustia, al miedo. Sólo nos queda volver a creer, a rezar, a amar desde ese incómodo silencio.