Enseñame… y yo meditaré tus maravillas

lunes, 5 de mayo de


(Sal 118, 27; Juan 6,22-29)

A veces no sabemos por qué te buscamos, por qué te seguimos. ¿Es la inercia?
Hoy es lunes, Hay que ir a trabajar, otra vez.
Miremos esto desde Tus ojos.
Nunca olvidemos la dignidad del trabajo, pero, sobre todo,

lo que el trabajo como parte de la acción cocreadora significa,

y que destaca la Doctrina Social de la Iglesia: la dignidad

de la persona humana y sus derechos, el bien común,

el destino universal de los bienes, la subsidiariedad,

la participación social y la solidaridad.
Ahora, volvamos a tus palabras y dejémoslas impregnarnos:

«Les aseguro que ustedes me buscan,
no porque vieron signos,
sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero,
sino por el que permanece hasta la Vida eterna,
el que les dará el Hijo del hombre;
porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello».

¿Cómo trabajamos hoy, aquí, por el alimento eterno?

Te rogamos, con el Salmo: «¡explicanos el camino!».
Ayudanos a entender el caminito diario a partir de tu mensaje y,

a su vez, a poder verte a vos en cada paso.
Que nuestro trabajo, nuestras interacciones cotidianas,

nuestras veredas caminadas, mates compartidos,

discusiones evitadas o sobrellevadas sean siempre para saciarnos de Vos.
Que la búsqueda de saciedades terrenas sea, también,

un medio de servicio, para meditar Tus maravillas y entregarnos a Tu amor.
¡Marcanos con tu sello el camino verdadero!