Es tiempo de ver la cruz y contemplar a Jesús.
Es tiempo de abrir los ojos y ser conscientes de su dolor.
Es tiempo de sincerarnos con nosotros mismos y asumir que nadie puede amarnos más.
Es tiempo de entender que la muerte no tiene la última palabra.
Es tiempo de alegrarse porque Él resucitó.
Es tiempo de mirar a María y su amor de Madre.
Es tiempo de gritar con esperanza ¡Jesús vive!