¿Cómo me acerco a lo que estudio? ¿Cómo quien degusta o como quien devora ?
Si me acerco con voracidad, no hay lugar para el disfrute. Me corrompe la ansiedad. Me aquejan mis límites, mi no capacidad, el no poderlo todo me agobia antes de empezar.
En cambio, si me propongo gustar internamente el proceso, me habita la paz, porque soy coherente con mi humanidad, acojo mi posibilidad, y me doy de lleno, intentando aprehender aquello que leo, y poner en práctica aquello que aprehendo.
Soy consciente que aquí también aplica la honda afirmación de San Ignacio: no el mucho saber harta y satisface el alma sino el gustar y sentir las cosas internamente. Basta que vaya gustando lo que voy aprendiendo, de nada sirve leerlo todo sin una auténtica reflexión al respecto, sin estar plenamente presente en aquello que hago. Por eso, me propongo no hacerlo todo, sino ir paso a paso intentando gustar lo que voy aprehendiendo porque esto también ha de ser ofrenda y el día de mañana, pan. Me entrego. Me meto de lleno.
Confío, arriesgo y espero en Ti.