Sábado 21 de Noviembre de 2020 – Evangelio según San Lucas 20,27-40

viernes, 13 de noviembre de
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Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: “Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?”. Jesús les respondió: “En este mundo los hombres y las mujeres se casan,
pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán.

Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él”. Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: “Maestro, has hablado bien”. Y ya no se atrevían a preguntarle nada.

 

Palabra de Dios

Padre Gustavo Gatto sacerdote de la Diócesis de Villa María

 

Nuestro Dios es Dios de vivos y no de muertos, nos dice Jesús respondiendo con firmeza a una trampa que le tendían aquellos que negaban la resurrección.

Negar la resurrección de los muertos es negar en la resurrección de Jesús, es quitarnos toda esperanza.
Nuestro Dios es un Dios de vivos y no de muertos y nos ofrece vida en abundancia

Que podamos ser siempre testigos, mensajeros, defensores y promotores de la cultura de la vida que se hace cargo de la debilidad, y nos abre a una dimensión de vida eterna y plena que nos ha traído Jesús.