Fruto del tiempo

lunes, 21 de febrero de

 

 

Alegra:

Llegué y habías florecido. Sos fruto del tiempo. ¡Es tal la alegría!
No te imaginás mi asombro al descubrir que tu vida aún latía, yo hacía tiempo que te daba por perdida. Permanecías en lo oculto pero no por eso menos viva. Cuando por fin te vi, te hice espacio. Debo admitir que había en mí tanta esperanza como duda. Poco hice más que dejarte emerger. Por eso digo que sos fruto del tiempo. Deseaba y esperaba esta flor hace bastante. Sin embargo, tu sana irrupción, tu repentino florecer me parece demasiado regalo y de a ratos me asusta, no sé si te sabré cuidar. Luego me acuerdo que sos fruto del tiempo y no de mi habilidad para hacer o deshacer. En cuanto a mi proceder de aquí en adelante, solo tengo que dejarte ser, es decir, darte espacio para que puedas crecer en libertad. Esta conciencia del curso natural de la vida me da gran serenidad; creo en mí, en esta flor y en tus incipientes capullos.
Acepto el regalo, agradezco tu florecer.

Alegra, ¡bienvenida a casa!