¿Hacer la voluntad de Dios o mi capricho?

lunes, 12 de agosto de

Hace casi 9 años, cuando el Señor me llamo por mi nombre, me sentí con miedo, no sabía qué hacer, con esa voz que me invitaba a seguirlo… Aquella tarde de Noviembre, donde sentía que mi vida se hundía, y no podía más, dije frente al Sagrario NO PUEDO MAS!, sentir esa voz, que te dice “Todo terminará bien, yo hago nuevas todas las cosas” y ese abrazo, que abraza el alma y une todas las partes.

Empecé a pensar el PORQUÉ de las cosas. Con el tiempo, al ir profundizando la oración, entendí el Plan perfecto de Dios, su Voluntad. Si yo no hubiese pasado por esos momentos de dolor, donde sentía que todo se derrumbaba, si no estaba a punto de ahogarme, nunca hubiese pedido a gritos esa mano que me ayudara a salir a la superficie. Dios en su hermosa locura, mueve las piezas de nuestro ajedrez, como Él quiere. Porque sabe, y ya tiene ese plan perfecto para nosotros. Nos permite pasar por ciertas pruebas, y hasta algunas perdidas, para demostrarnos que todo forma parte de su plan. Jamás nos abandona, siempre está, al lado en cada momento, y cuando a veces se hace tan pesado el peso de nuestra cruz, es por que andamos como “dormidos” no tenemos nuestra mirada y nuestra atención puesta en Cristo.

Y a veces nos enojamos con Él, porque no escucha nuestra súplica, que tantas veces ha sido un capricho. Y decimos Dios esta sordo, no me escucha, o anda demasiado ocupado que nos presta atención. Sí que nos presta atención, y mucho más de la que creemos, es que quizás pase, que eso que tanto pedimos, no sea el momento en que deba suceder, o lo que es más difícil de aceptar, que no es para nosotros, por eso, Dios a veces nos corre los planes, nos muda de sitio, nos saca a personas del camino, porque está preparando algo, y seguro eso es mucho mejor de lo que teníamos en mente.

 

Nahuel Composto