¡Qué confianza la tuya, Pedro!
Ojalá aprenda un poco.
Me asusta tu impulso de
saltar hacia la Vida
sin medir riesgo,
pérdida o ganancia.
Me deslumbra tu valentía,
me interpela tu entrega,
me ilusiona quien te espera,
me conmueve la ternura
con la que se te acoge al llegar.
¡Qué fiesta la del compartir!
¡Qué alegría la del reconocerte!
No hace falta nombrarte,
pedirte que confirmes lo obvio,
estás ahí.
Sería absurdo gastar tiempo en
intentar explicarlo o entenderlo.
Has resucitado y contigo
resucita la esperanza
Has vencido a la muerte
y ahora nos das de comer
ternura, paz y alegría.
Desde donde antes brotaba sangre,
hoy brota el agua que sacia nuestra sed.