Hay personas que se nos vuelven las manos

viernes, 19 de julio de
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Hay personas que en el transcurso de la vida se nos vuelven las manos. Personas que son como nuestros ojos, como la luz para disiparnos lo espantoso.

Hay personas que se vuelven el báculo de nuestra senectud. Personas que se convierten en la almohada de nuestra alma, que apagan con dulzura la llama que amarga.

Hay personas que con ternura nos acogen en su seno, que nos abren las puertas de su reino, que pierden su tiempo, están presentes en silencio.

Hay personas que con sus consejos renuevan nuestra pena, transforman en alegría la tristeza, plantan flores en nuestros canteros y animan los cuadros parcos del momento.

Hay personas que con su visita cambian el rumbo del aire, abren cauce a los estanques, truncan el paso al desánimo y barren los minutos rancios.

Hay personas que suavizan nuestra idiotez, que tienen el arte de hacer vibrar las emociones. Personas que ruborizan las esquinas de alegría y tiñen de amor los rincones.