Hay personas que han nacido con el arte de libar lo esencial de las cosas, de experimentar lo bello en lo cotidiano, de ir más allá de lo usual y humano.
Hay quienes al contemplar ponen en acción las entrañas, juegan con los sentidos, perfuman el ambiente de luz y brillo.
Hay quienes con la lluvia levantan castillos de ideas, se permiten mojar por las palabras, se disponen con apertura a la escucha y endulzan el oído de buenas enseñanzas.
Hay quienes al experimentar la soledad no rechazan el estar solitarios, se dejan abrazar, usan ese silencio para conocerse más e invitar a soñar.
Hay personas que alegremente aceptan el dolor, que pueden secar las tejas húmedas de lágrimas, personas que derrumban los muros de lamentos, que abren los portones para liberar lo preso.
Hay quienes al conversar con otros pueden leer las partituras del alma, transmitir esa calma, tejer mantos de confianza, e impulsar con audacia las alas.
Hay quienes al escribir le dan manos al corazón, le otorgan puño a los recuerdos, le dan voz al maestro que habita dentro.
Hay quienes libres y sueltos han despertado vida en otros, han barrido el polvo de los ojos, han causado un exilio de amor y asombro.