Señor se que estás aquí, que me ves, que me oyes.
Que conoces lo más profundo de mi corazón, aun aquello que yo mismo no conozco.
Aún esos secretos de mi alma que no he logrado descubrir.
Oh Señor, ¡Tú lo sabes todo!
Porque eres Dios, mi Dios, el Todopoderoso.
Tú me concedes todas las cosas por tu gran generosidad, y quitas de mi paso aquellas con las que habré de tropezar.
Tú que iluminas mis pensamientos y guias con tu gracia mi corazón, aún cuando camino con ceguera, en oscuridad.
Regálame la gracia de descubrirte en toda mi vida. De descubrir tus obras en mi, desde que me has dado la vida hasta el día de mi muerte.
Señor, siempre serás mi Padre. Y como hijo, te ruego que siempre intercedas por mi.
Haz tu obra en mi, condúceme por tus caminos y sendas.
Aún cuando estos huesos rebeldes, esta mente nublada y estos sentidos insensibles no te reconozcan.
Haz tu obra en mi aunque no quiera, aunque no sepa, aunque no entienda…
Amén.