Hoy mientras salía en bici de trabajar pensé: qué feliz soy, mi felicidad está enraizada en algo tan hondo que no se tambalea por las circunstancias (aunque sean estas por momentos adversas y profundamente dolorosas).
Si pudiera modificar algo de mi pasado o mi presente no cambiaría absolutamente nada, tal es mi confianza en el Misterio. Todo se ha dispuesto para mi mayor bien, toda mi historia cobra sentido en el Amor.
Soy feliz porque soy amada y porque mi vida es fecunda. Esto es algo tan profundo como real y no está determinado por ninguna presencia en particular aunque sí por una Presencia absoluta que se va encarnando en distintos rostros; lleva mil nombres aunque es uno solo.
Si lo perdiera todo, lo material, lo físico como podría ser mi salud e incluso mis afectos más cercanos, seguiría siendo yo, es decir, Hija amada de un Padre que es Amor y que me seguiría amando en cualquier circunstancia y su invitación a amar seguiría siempre igual de vigente.
Por lo tanto, si yo me dejo amar por este Dios Amor y a su vez, sabiéndome amada, sé hacer de mi vida respuesta a tanto amor recibido y es toda mi existencia y cada una de mis experiencias pan ofrendado como alimento de otros seguiré siendo profundamente feliz.
Todo en mí es amado y todo en mí busca ser respuesta agradecida.
Toda vida anclada en el Amor es hondamente feliz.
Fuente de la imagen: corxalexart