En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”. Simón le respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes”. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”. Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.
Te invito a que recemos juntos con el Evangelio del día de hoy jueves primero de septiembre. El Evangelio nos regala una imagen con la que nos podemos sentir identificados. Podemos contemplar a Pedro con el cansancio fruto de una jornada laboral sin resultado. El cansancio es un esfuerzo sin sentido que puede traer frustración, que puede traer desánimo y las ganas de bajar los brazos.
¡Cuánto desánimo genera el buscar algo, emprender algo y no tener resultado! ¡Cuántos desánimos genera el esfuerzo que no tiene premio inmediato! En esa situación Jesús sale a su encuentro. Jesús sale al encuentro e invita a ir mar adentro. Y no solamente invita a ir mar adentro, sino ir mar adentro para echar las redes.
Con la invitación a ir mar adentro nos invita a ir más allá. Jesús entra en nuestra vida, Jesús conecta con lo que estamos viviendo, con nuestra búsqueda, con los cansancios y nos invita a ir más allá, más allá de la orilla. Más allá de la orilla, de la seguridad para ir mar adentro allá donde el viento nos mueve, allá donde no somos autosuficientes y recién ahí echar las redes, recién ahí ponernos a trabajar.
A veces pienso que nuestros cansancios, nuestras frustraciones, nuestras dificultades son en realidad manifestaciones de vivir demasiado centrados en nosotros mismos, demasiado impulsados en nuestros esfuerzos, en nuestras capacidades, en nuestros talentos.
Que el llamado de Jesús de hoy a ir Mar adentro y echar las redes nos llene de entusiasmo para vivir impulsados por Él. Dios los bendiga y la virgencita los cubra con su manto.