Jueves 03 de Agosto de 2023 – Evangelio según San Mateo 13,47-53

lunes, 31 de julio de
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Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,para arrojarlos en el horno ardiente.Allí habrá llanto y rechinar de dientes.¿Comprendieron todo esto?”. “Sí”, le respondieron.Entonces agregó: “Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo”.Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.

Palabra de Dios

Padre Sebastian Zagari | Sacerdote de la Diócesis de San Nicolás

El Evangelio de este jueves nos trae la última de varias parábolas de Jesús sobre el reino de los cielos. Y en esta parábola, que se parece bastante a la del trigo y la cizaña, Jesús compara el reino con una red que se tira al mar y que junta todo tipo de peces. Y en un segundo momento, cuando la red ya está llena, entonces ahí los pescadores la sacan a la orilla, se sientan, y con paciencia van juntando lo bueno en canastas y van tirando lo que no sirve.

Justamente lo que nos quiere enseñar Jesús es eso: aprender de su paciencia. La red está hecha para juntar a todos los peces. En la red de Jesús, en el reino de Jesús, en la comunidad de Jesús, hay lugar para todos. Y si en un momento habrá que separar lo bueno de lo malo, lo que sirve de lo que nos sirve, ese momento será al final y quién hará eso será Dios, no nosotros. Por eso a nosotros nos toca aceptar esta realidad: esta realidad que la vemos en nuestro entorno, la vemos en la sociedad, la vemos en la Iglesia, en nuestra comunidad, en nuestra familia, y que en definitiva hay que verla en el propio corazón, que es una red con peces buenos y malos.

Aceptar esta realidad pero aceptarla con la actitud de Jesús: con la paciencia y con la misericordia de Jesús. Y nunca caer en la tentación, que tantas veces nos amenaza, de creer que somos nosotros los que tenemos que separar entre buenos y malos; los que tenemos que decir “este sí” y “este no”; los que decimos “para este hay lugar” y “este no tiene lugar acá”. En la red de Jesús hay lugar para todos y esto solamente lo podemos aceptar si aprendemos a vivir la paciencia y la misericordia de Jesús.

En estos días de la JMJ de Lisboa, me venía a la mente un mensaje de Benedicto XVI en su primera JMJ, en Alemania, en el 2005. Él ahí decía a los jóvenes algo que está muy bueno para recordarlo. Decía así: “Se puede criticar mucho a la Iglesia, lo sabemos y lo dijo el mismo Jesús: es una red con peces buenos y malos, es un campo con trigo y cizaña… Pero en el fondo esto nos consuela, porque quiere decir que, a pesar de todos nuestros defectos, a pesar de todas nuestras debilidades, podemos todavía ser parte de los que siguen a Jesús, que vino a llamar a los pecadores”. Esto es muy lindo: Jesús nos vino a llamar a nosotros así como somos y es él el que, en todo caso si lo dejamos, va trabajando nuestro corazón, va haciendo que hacer lo bueno, y va purificando y transformando lo que no está tan bueno.

Por eso al final Jesús les pregunta: “Bueno, ¿entendieron todo esto?”. Y los discípulos, capaz que un poco rápido, pero le dicen “sí, entendimos”. Nosotros no sé si siempre lo entendemos, también a veces nos cuesta y por eso a veces nos ponemos un poco en jueces. Pero Jesús termina diciendo: “todo escriba convertido en discípulo del reino es como el que sabe sacar de sus reservas lo nuevo y lo viejo”. Esa sabiduría del corazón, de saber ir a buscar al corazón – donde tenemos las reservas – lo nuevo y lo viejo, lo que vamos aprendiendo de las experiencias de la vida, lo que vamos aprendiendo de mirar nuestra historia, también las cosas negativas, pero mirarlas con ojos de fe, con los ojos de Jesús. Lo que Él nos fue enseñando, incluso a través de experiencias dolorosas, o a través de nuestros propios fracasos, de nuestros propios límites. Ahí hay una enseñanza de Jesús; entonces, bueno, la sabiduría es también eso: poder ir sacando de nuestra vida, de nuestra historia, de esas reservas que están en el corazón, lo que necesitamos en cada momento, lo nuevo y lo viejo, lo que Jesús va sembrando a nosotros a través de todas las situaciones que nos tocan vivir. Vamos a pedirle que nos regale esta sabiduría linda que nos hace poder aprovechar la vida que él nos regala, hacer crecer lo bueno, y tener mucha misericordia y mucha paciencia con lo que no está tan bueno