Jesús dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”. Después dijo a todos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?
Ayer miércoles de ceniza, hemos comenzado nuestro camino cuaresmal, todos los evangelios de estos días nos invitan al ayuno, la oración, penitencia y limosna.
El Evangelio de hoy dice “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga”, esa que tenemos y a veces nos parece grande o pequeña. Nunca nuestra cruz será más grande que la de Jesús.
Que en este tiempo, en donde vamos a caminar como Iglesia, juntos, nos animemos a reconocer nuestra cruz, y desde ahí vivir nuestras opciones en este tiempo de Cuaresma. Que no sean desproporcionadas nuestras intenciones a lo que podemos hacer.
Que tu ayuno, oración, acción de limosna sean aquellos que te animás, que podrás llevar adelante. Proponente pequeñas acciones que te ayuden a identificar la cruz propia, aquello que podés caminar en este tiempo.
Nos animemos a vivir con todo el corazón nuestra Cuaresma de este año.