Después de haber lavado los pies a los discípulos, Jesús les dijo: “Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. No lo digo por todos ustedes; yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: El que comparte mi pan se volvió contra mí. Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy. Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió”.
Enviados del Resucitado
Te invito a rezar con el Evangelio del día de hoy, jueves 4 de mayo. En este tiempo de Pascua que seguimos haciendo juntos, queremos profundizar en el sentido de la resurrección de Jesús y cómo esa resurrección impacta en nuestra vida.
Hoy el Evangelio nos regala una buena pista, una nueva pista para descubrir de qué se trata esta resurrección. Y precisamente el signo de la resurrección podemos ser cada uno de nosotros. Cristo resucitado se identifica con aquellos a quienes él envía. Nosotros, cada uno de nosotros, puede ser esta presencia para nuestra realidad, para nuestro mundo, ahí donde nos toque vivir.
Esa es la invitación, esa es la propuesta, que ahí donde nos toque vivir, ahí donde cada uno de nosotros esté, puedan los demás descubrir la presencia viva de Cristo, la presencia del resucitado en medio nuestro.
Pidamos en este día que la Virgencita nos cura con su manto, nos proteja y que Dios, nuestro buen Padre Dios, nos ayude a hacer esa presencia ahí donde nos toca estar.