Jueves 05 de Octubre de 2023 – Evangelio según San Lucas 10,1-12

miércoles, 4 de octubre de
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El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’.Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;curen a sus enfermos y digan a la gente: ‘El Reino de Dios está cerca de ustedes’.”Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:’¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca’.Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.

Padre Sebastián Zagari | Sacerdote de la Diócesis de San Nicolás

El evangelio de este jueves nos hace escuchar el envío misionero de Jesús a los 72 discípulos. Pero estas no son palabras del pasado, que quedaron perdidas en la historia. Son palabras que tienen fuerza hoy. Hoy a nosotros Jesús nos hace también este envío misionero. Hoy a nosotros, que un día fuimos bautizados, que un día conocimos a Jesús, que un día tomamos la decisión de aceptar su invitación a seguirlo, nosotros también somos enviados por Él.

Y lo primero que hace Jesús con nosotros, como hizo con esos 72 discípulos, es invitarnos a mirar la realidad. Pero a mirarla con los ojos de Dios: “La cosecha es abundante pero los trabajadores son pocos”. Mirar la realidad que nos rodea… en el ámbito de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestras comunidades, de nuestra Iglesia, de la sociedad donde estamos insertos, de nuestro pueblo. Mirar esa realidad que tantas veces nos desborda, porque además nos damos cuenta que somos pocos, nos damos cuenta que habría tanto para hacer, tantos lugares a donde llegar, tantos corazones a los cuales acercarse. Si fuera una mirada solamente humana sería una mirada que podría llevarnos a la desesperanza, a la tristeza, a la decepción, a la impotencia: “No podemos, no llegamos, somos pocos, no tenemos fuerzas…”. Pero Jesús nos invita a mirar la realidad con los ojos de Dios Y entonces siempre que miramos la realidad con los ojos de Dios, la realidad que aparece está teñida por la esperanza.

Por eso lo segundo que hace Jesús es invitarnos a orar con confianza al Padre: “Pidan al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”. Somos enviados, Jesús nos invita a ir en misión, Jesús nos invita a cumplir con eso que está en nuestro corazón desde el bautismo, pero eso solamente se puede hacer con una gran confianza en Dios. Y esa confianza en Dios crece, se manifiesta, se fortalece en la oración. La realidad que tenemos, la realidad que vemos, la realidad que vivimos, estamos llamados a llevársela a Dios en la oración. Y eso implica un acto de gran confianza, de decir: “Señor, esto lo pongo en tus manos, esta realidad que vos conoces mejor que yo, que vos mejor que yo sabes cómo manejarla, cómo llevarla adelante, lo dejo en tus manos y confío… Confío en tu amor y en tu misericordia, que me acompañan y me dan la fuerza, y que abrirán nuevos caminos incluso donde yo no los encuentro”. La oración hecha confianza al Padre Dios que nos ama.

Y lo tercero que nos dice Jesús, la tercera invitación, es “¡Vayan!”. Es este envío propiamente dicho, es este salir de nuestra comodidad, de nuestra seguridad, tantas veces de nuestros encierros, es el salir de nuestros miedos y animarnos a llevar adelante esta misión por donde Jesús quiere que la llevemos, animarnos a acercarnos a los corazones de los hermanos llevándoles el anuncio de Jesús, que siempre es paz. Siempre es un anuncio que es fortaleza, que es paz, que es alegría, que es esperanza. Anunciar el evangelio, anunciar a Jesús, anunciar la buena noticia deja en el corazón del otro, y especialmente del que más lo necesita, justamente un anuncio de paz: “Que descienda la paz sobre esta casa, que descienda la paz sobre este corazón, porque el reino de Dios está cerca”. Lo que estamos llamados a compartir no es otra cosa que la cercanía de Dios. Y la cercanía de Dios es paz, es fuerza, es alegría y es esperanza.
Por eso hoy somos enviados también. Hoy Jesús nos invita a mirar la realidad con ojos de Dios, con ojos de fe, con ojos de esperanza. Hoy Jesús nos invita a rezar con mucha confianza poniéndonos en manos de un Padre Dios que nos ama. Y hoy Jesús nos invita a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los demás, llevando este anuncio hermoso y consolador de la cercanía de Dios.