Jueves 10 de Septiembre del 2020 – Evangelio según San Lucas 6,27-38

miércoles, 9 de septiembre de
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Jesús dijo a sus discípulos:

«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.
Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.
Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.
Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.
Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».

 

Palabra de Dios

Padre David Pintos sacerdote de la Diócesis de San Ramón de la Nueva Oran

 

Las Palabras de Jesús en el Evangelio de hoy nos viene muy bien para estos tiempos en que vivimos, donde en esta pandemia nosotros los cristianos tenemos más que nunca realizar por obras las cosas que nos pide Jesús. Y el Evangelio de hoy es un resumen muy preciso de todo lo que un buen discípulo debería realizar: amar, bendecir, hacer el bien, dar al que pide ayuda… realizar todo esto no solo con algunos, sino con todos.

Podríamos recalcar aquí también la regla de oro de Jesús que todos deberíamos practicar de corazón siempre “Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes”. Hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio.

Con estas palabras, con estas indicaciones, todos nosotros tenemos que estar más activos que nunca en la caridad. No podemos quedarnos con los brazos cruzados. De alguna manera tenemos que ser una ayuda concreta para los demás. Y todo esto tiene que nacer de un corazón libre, generoso, comprometido con el Evangelio. Creo que esta pandemia nos está haciendo vivir una oportunidad histórica para poder manifestar de que está hecha nuestra fe, de que se construyen nuestras convicciones. No podemos mirar para otro lado, tenemos que estar presentes, cada uno a su modo, con su edad y con sus dones, pero presentes en una realidad que demanda que los cristianos si o si se la jueguen, y diciendo “Aquí estamos presentes como Jesús lo quiere”.

¿Qué estoy haciendo por los demás? ¿Me estoy involucrando para ayudar al prójimo en esta pandemia? ¿de qué forma? Y sino estoy haciendo nada ¿Dónde me podría ofrecer para ayudar? La idea es actuar y no quedarse con los brazos cruzados.

Jesús nos dice al final del Evangelio de hoy “Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso”. Vendría a ser como el resumen de todo nuestro ser y actuar cristiano. Ser misericordioso como Dios. Esa gracia le vamos a pedir a Jesús en este día, tener un corazón como el de él, tener un corazón servicial y misericordioso.