Jueves 11 de Agosto de 2022 – Evangelio según San Mateo 18,21-35.19,1

lunes, 8 de agosto de
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Se adelantó Pedro y le dijo: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: “Señor, dame un plazo y te pagaré todo”. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: ‘Págame lo que me debes’. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: ‘Dame un plazo y te pagaré la deuda’. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: ‘¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?’. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”. Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán.

 

 

Palabra del Señor

  Padre Juan Molina | De Schoenstatt

 

En este día junto a la Iglesia celebramos la fiesta de Santa Clara. El Evangelio de hoy nos regala un desafío, pero al mismo tiempo en su generosidad Jesús nos regala una buena pista para asumir este desafío, esta provocación.

El desafío es el del perdón. Dice Jesús que hay que perdonar setenta veces siete. Es una manera de decir que hay que perdonar siempre. Ese es el objetivo. Ese es el horizonte ¡Que el perdón sea un ejercicio continuo, una expresión del seguimiento de Jesús, un modo de vivir, un modo de relacionarnos!

Al mismo tiempo, nos regala una linda parábola que nos muestra el camino hacia ese perdón universal, hacia ese perdón permanente. La pista para ese perdón, para alcanzar ese perdón para ser nosotros también grandes perdonadores, es la memoria. Es el recuerdo de cuántas veces nos han perdonado. Es la memoria de aquellas veces en que quizás mereciendo un castigo superior se nos rebajó la pena. Es la memoria de la experiencia en que la misericordia de Jesús se nos regala, se nos da. Desde ahí volvemos a empezar.

Que este día, al contemplar este Evangelio, podamos hacer memoria de tantas veces, de tantas personas buenas que han sido instrumento de Dios y nos regalaron esa experiencia del perdón. Y que esta memoria viva, esta memoria agradecida nos lleve también a cada uno de nosotros a ser grandes perdonadores.

¡Que Dios los bendiga y que la Virgen María nos cubra con su manto!