Jueves 10 de Octubre – Evangelio según San Lucas 11,5-13

miércoles, 9 de octubre de
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Jesús dijo a sus discípulos: “Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: ‘Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle’, y desde adentro él le responde: ‘No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos’. Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.

Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!”.

 

 

Palabra de Dios


Padre David Pintos sacerdote de la Diócesis de San Ramón de la Nueva Orán

 

 

En el fondo del Evangelio de hoy Jesús nos quiere hacer ver que tenemos un Papa Dios bueno, generoso, siempre atento a nuestras necesidades. Que ante todo no nos olvidemos de la bondad de nuestro buen Dios y al que tenemos que dirigirnos con confianza.

Si bien la experiencia nos enseña que la insistencia y perseverancia de trabajar por aquello que queremos es muy importante (y esto nunca lo tenemos que olvidar) Jesús nos enseña que en Dios podemos alcanzar siempre aquello que a nosotros realmente nos hace falta, nos da lo que necesitamos. “Si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡Cuánto más el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan”! Sí bien ay veces que Dios no nos da aquello que le pedimos, muchas veces nos da lo que nosotros necesitamos de verdad. Y es ahí donde se pone en juego la confianza, es ahí donde nosotros debemos ver que en el fondo de todo está la bondad de Dios que sabe lo que hace y que sabe que es lo que más nos conviene. Yo sé que muchas veces todos nosotros hemos renegado alguna vez por las veces que sentimos que Dios no nos escuchó y no nos dio lo que queríamos, pero luego con el correr de los tiempos después logramos comprender que los planes de Dios son los mejores, los planes de Dios son perfectos.

En este Evangelio vemos una gran diferencia entre lo que somos nosotros y como es Dios. Por un lado, nosotros al dar lo que tenemos, damos de las sobras y muchas veces de mala gana; Dios se da con mucha generosidad y nos da lo que a nosotros nos ayudara realmente. Dios piensa mucho más ampliamente que nosotros. Dios muchas veces no nos da lo que queremos, Dios nos da lo que realmente es esencial para nuestra felicidad y salvación.

Aquí el problema no está en que Dios renegara de las cosas que pedimos a media noche, aquí la cuestión es que, si nosotros aceptamos de corazón lo que él tiene para nosotros, la cuestión es ver si nosotros confiamos hasta en las últimas consecuencias en los designios de Dios. ¿Yo confío en Dios? ¿Confío en su providencia? ¿Confío en que los Planes de Dios son perfectos? ¿Soy capaz de ver que en el fondo de todo está la mano de Dios que me sostiene? Sería lindo en este día ver a Dios como un Padre muy bueno que quiere siempre lo mejor para mí, y que hoy sería un lindo día para mirar al cielo y repetir la oración que Madre Maravillas de Jesús nos enseñó “Como Dios quiera, Cuando Dios quiera, Donde Dios quiera”.