Dijo el Señor: «¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros. Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos. Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.» Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
Te invito a rezar con el Evangelio del día de hoy jueves 13 de octubre. En este día, el Evangelio sigue el tono de los días anteriores en donde se nos muestra un Jesús usando palabras duras, fuertes, palabras que interpelan especialmente. Interpelaron a la gente de su tiempo generando reacciones, pero también son palabras interpelantes para nosotros dos mil años después.
Son lamentaciones, son críticas. Son lamentaciones porque Jesús sabe que en realidad estamos llamados a vivir como Bienaventurados. Sin embargo acabamos frecuentemente dando lástima, viviendo de una manera lamentable. De alguna manera la crítica no se agota en el pasado si no en cierta costumbre, en cierta dinámica humana en donde quizás alguno de nosotros podamos vernos reflejados. Por eso, lo podemos leer como el reverso de la bienaventuranza: si los bienaventurados son aquellos que confían en Dios, aquellos que más allá de la dificultad logran mirar a Jesús, hoy se lamenta de aquellos que viven sobre ellos mismos, que construyen su seguridad sobre ellos mismos, que se cierran sobre ellos mismos, que toman su interpretación de la ley (su interpretación equivocada).
Quizás nos puede ayudar preguntarnos qué tipo de cristianos somos nosotros: ¿damos lugar a Jesús o vivimos demasiado centrados en nosotros mismos?
No te olvides: estamos llamados a vivir como Bienaventurados y no a tener una vida lamentable. Que Dios nos bendiga y que la virgencita nos cubra con su manto.