Jueves 17 de enero – Evangelio según San Marcos 1,40-45

miércoles, 16 de enero de
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Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: “Si quieres, puedes purificarme”.
Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”. En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.

Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: “No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio”.

Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.

 


Padre David Pintos sacerdote de la Diócesis de San Ramón de la Nueva Orán

En el Evangelio vemos a un Jesús que recorre los lugares predicando, sanando a los enfermos y expulsando a los demonios. La Palabra de Dios nos dice también que acudían a Jesús de todas partes. Vemos entonces a Jesús que va en busca de la gente, y la gente va en busca de Jesús. Que linda comunión que se da entre Jesús y la gente. Gracias a esa comunión la buena noticia es proclamada, las personas son sanadas, los males son expulsados, la gente no está sola, los pobres tienen esperanzas. Gracias a la predicación vemos cómo Jesús sana a un leproso que se acercó con mucha fe, quedó purificado. Y así entonces muchas personas que se acercaban quedaban sanadas.

Por eso el Evangelio tiene que estar siempre cerca de la gente para dar frutos. Como Jesús tenemos que salir a predicar, tenemos que llevar la buena noticia a todos. Cómo Jesús no podemos, no tenemos, no debemos quedarnos con los brazos cruzados. El Evangelio tiene que salir para estar cerca de la gente, el Evangelio tiene que estar en comunión con el pueblo. ¿Vos qué haces para llevar la buena noticia a los demás? ¿Vos compartís el Evangelio? ¿Le contas de Dios a otros? ¿Sos buena noticia para los que están alrededor tuyo o para los que se te acercan?

Por eso animemos a vivir el Evangelio para llevarlo a todos para que Jesús este cerca de la gente y puedan experimentar la cercanía y la sanación. No nos quedemos callados, anunciamos la buena noticia. Proclamemos la buena noticia de Jesús que viene para estar cerca de nosotros, para darnos su sanación como en éste día le da la sanación a una persona que se acerca, a un leproso. Este leproso que seguramente se sentía excluido, discrimidado, sólo. Se acerca a Jesús con mucha fe y le pide que él lo purifique. El Evangelio nos describe que Jesús conmovido le dice “quiero, queda purificado”.

Esa es la buena noticia que tenemos que anunciar: Jesús es cercano y que todos los que acuden a Él con mucha fe pueden pedirle lo que quieran, sobre todo la sanación. Muchas personas hoy en día seguramente como el leproso del día de hoy necesitaran de la sanación de Dios. Nosotros tenemos que ser un puente, nosotros tenemos que llevar la buena noticia. Nosotros, vos y yo, tenemos que acercar a Jesús que más lo necesita. No nos quedemos con los brazos cruzados. Anunciamos la buena noticia. Anunciemos la sanación que se da en Dios.