Jueves 19 de Octubre de 2023 – Evangelio según San Lucas 11,47-54

miércoles, 18 de octubre de
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Dijo el Señor:«¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado!Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos.Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo:desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.»Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.

Palabra de Dios

Padre Sebastián Zagari | Sacerdote de la Diócesis de San Nicolás

El evangelio de hoy nos cuenta una parte de este enfrentamiento de Jesús con los fariseos y los doctores de la ley. Y básicamente son dos cosas las que Jesús les recrimina, pero que nos pueden venir bien también a nosotros para reflexionarlas en nuestro interior.

Lo primero que Jesús les dice es que tienen el corazón cerrado para con los mensajeros de Dios. De hecho, a Él no lo reconocen como enviado de Dios, se niegan a escuchar su palabra, no quieren recibir su enseñanza y elogian a los profetas que estuvieron antes. Por eso Jesús les dice: “Ustedes le levantan monumentos, sepulcros, a los profetas, pero en realidad a esos mismos profetas sus padres no los recibieron, esos profetas fueron perseguidos y fueron matados”. Entonces lo que les está poniendo delante de los ojos es la incapacidad de recibir el mensaje de Dios.

Y nos puede venir bien a nosotros preguntarnos: ¿Tenemos el corazón abierto para recibir los mensajes que Dios nos manda hoy? En mi vida cotidiana, en la realidad que me toca vivir hoy, en los ambientes donde me muevo hoy, en las personas con las que me cruzo hoy, ahí hay un mensaje de Dios para mí: ¿tengo el corazón abierto para recibirlo o estoy cerrado y entonces no llega ese mensaje a mi corazón? Esto también lo podemos pensar referido a aquellos que hoy tienen la misión de hacerse eco de la voz de Jesús. Me viene a la mente pensar en el Papa Francisco que, como sucesor de Pedro, tiene la misión de guiar a la Iglesia hoy. En el fondo, ¿no caeríamos también un poco en la actitud de los fariseos si no lo escuchamos, o si elogiamos a los grandes Papas que hemos tenido antes, cuya palabra es un tesoro de sabiduría para nosotros, pero nos negamos a escuchar y a dejarnos guiar por la enseñanza del Papa que tenemos hoy? Es decir, un corazón abierto. Un corazón abierto al mensaje que Dios tiene para nosotros, un corazón abierto a lo que Dios quiere decirnos hoy: no rechazar el mensaje de Dios, no rechazar a los mensajeros de Dios.

Y por otro lado, lo otro que Jesús le dice sobre todo a los doctores de la ley, que eran los que conocían bien la Palabra y por eso eran los que guiaban al pueblo en teoría a comprender mejor la Palabra y a hacer la voluntad de Dios. Jesús dice algo muy duro: “Ustedes se adueñaron de la llave de la ciencia; no entraron ustedes y a los que quieren entrar no los dejan”. Si nosotros recibimos el tesoro de conocer a Dios, el tesoro de conocer su Palabra, de conocer su mensaje de salvación, ese tesoro es como una llave y esa llave es para usarla, es para usarla para abrir puertas, es para usarla para nosotros y para otros.
Lo de los doctores de la ley es complicado porque Jesús le dice: “ustedes no entran pero tampoco dejan entrar al que quiere entrar”. Y esto nos puede hacer preguntarnos: nosotros, que tenemos el regalo de haber conocido a Jesús, de haber hecho una experiencia de fe, de conocer su Palabra, ¿nosotros entramos y dejamos entrar a otros? ¿O caemos en la actitud de los doctores de la ley? ¿Qué quiere decir entrar y dejar entrar a otros? Quiere decir compartir con otros lo que la fe suscita en nosotros: la paz, la alegría, la fuerza, la esperanza. ¿Compartimos eso con los demás o nos lo guardamos para nosotros mismos? ¿Compartimos con los demás un mensaje que realmente llame a la esperanza, despierte la esperanza, o nuestro mensaje, aunque tenga alguna que otra tonalidad de fe, en el fondo es un mensaje que tira para abajo? Entrar nosotros y dejar que entren otros, dejar que entren todos los que quieran, compartir con todos los que quieran y tengan el corazón abierto, compartir el tesoro de la fe, el tesoro de conocer a Jesús, de conocer su Palabra y de dejarnos guiar por su Palabra.

Esto le pedimos pedir hoy a Jesús, que nos ayude porque no siempre es fácil. A los fariseos y a los doctores les costó mucho, pero a nosotros también nos cuesta a veces mucho. Entonces pidámosle tener un corazón abierto a los mensajes que Él nos manda hoy y también tener la llave y usarla bien, usarla para abrir caminos de esperanza para nosotros y para nuestros hermanos.