En aquel tiempo, los discípulos se acercaron y le dijeron: «¿Por qué les hablas por medio de parábolas?» El les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure. Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.»
En el Evangelio del día de escuchamos una continuación de lo que escuchamos ayer con la parábola del sembrador. En continuidad con aquello los discípulos preguntan a Jesús por qué les habla en parábolas.
Me gusta ver, me gusta apreciar en la respuesta de Jesús toda una pedagogía, todo un camino para la fe. El mismo no se trata de simplificar una enseñanza, no se trata de facilitar un acceso sino que a través de las parábolas Jesús nos quiere regalar un nuevo modo de mirar que pasa por tener la capacidad de ver más allá, de percibir que en todo hay un mensaje de Dios.
Desde esta enseñanza podemos percibir que en todos los acontecimientos, en todo lo que vemos y en todo lo que escuchamos, Dios nos está hablando. Al final de cuentas la vida entera, tu día a día, puede ser una gran parábola. A través de ellas puede ser un modo en el que Dios se comunica con vos y tiene algo para decirte y tiene algo para regalarte. A través de ellas quiere mostrar el camino de plenitud, el camino del amor para vos y para cada uno de nosotros.
Te deseo de corazón que Dios te bendiga y que la Virgen María te cubra con su manto.