Jueves 21 de Septiembre de 2023 – Evangelio según San Mateo 9,9-13

miércoles, 20 de septiembre de
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Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El se levantó y lo siguió.Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”.Jesús, que había oído, respondió: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Palabra de Dios

Padre Sebastian Zagari | Sacerdote de la Diócesis de San Nicolás

Hoy celebramos la fiesta de San Mateo, uno de los apóstoles, y entonces en el evangelio escuchamos el relato de su vocación, de su primer encuentro con Jesús.

Jesús lo va a buscar a Mateo cuando él estaba “en la suya”, en lo que él hacía, en el que era su trabajo y su rol en la sociedad: recaudador de impuestos. Y eso lo dejaba bien etiquetado a Mateo como “lo peorcito” de la sociedad y del pueblo, como un traidor a la patria, un impuro, un alejado de Dios. Jesús no va a buscar a los que supuestamente eran los perfectos. Jesús lo va a buscar a él, a Mateo, y aparecen dos cosas en ese primer encuentro, dos cosas que hace Jesús: una mirada y una palabra. Dice el evangelio que Jesús lo miró y que le dijo una palabra: “sígueme”. Esa mirada y esa palabra cambiaron la vida de Mateo para siempre, hicieron que él se levantara y lo siguiera, que dejara lo que hasta ese momento era lo más importante – las monedas de la recaudación de impuestos – y encontrara que en su vida había algo más grande que era seguir a Jesús.

La mirada de Jesús… ¡Qué fuerza tiene la mirada de Jesús en nuestra vida! ¡Qué fuerza tiene la mirada de Jesús cuando dejamos que Él nos mire a los ojos como lo hizo con Mateo! Hay un comentario muy conocido a este evangelio – muy conocido sobre todo gracias al Papa Francisco, que lo eligió como su lema – y es un comentario de San Beda el Venerable que dice: “lo miró con misericordia y lo eligió”. Eso fue lo que hizo Jesús con Mateo: lo miró con misericordia. La mirada de misericordia de Jesús es capaz de transformar al recaudador de impuestos en un apóstol. La mirada de misericordia de Jesús es capaz de transformarnos a nosotros, es capaz de llegar hasta lo más profundo de nuestro corazón, ahí donde nadie más puede entrar, y ahí a donde a veces nosotros mismos no sabemos entrar. ¡Cuántas etiquetas tendría Mateo cargadas encima! ¡Cuántos comentarios maliciosos tendría Mateo cargados encima! Y varios serían ciertos, otros estarían agrandados por la bronca, por el rencor, por el odio. Y sin embargo Jesús con su mirada va a lo más profundo, llega ahí donde esos comentarios maliciosos o esas etiquetas no son capaces de llegar porque se quedan en la superficie de una persona a la que no conocen. Pero Jesús conoce a Mateo y llega a lo profundo de su corazón, y llega mirándolo con misericordia. Y eso le cambia la vida para siempre.

Nosotros, al escuchar este evangelio, tenemos que pedirle a Jesús que nos mire también con misericordia y que nosotros nos dejemos mirar, que nosotros crucemos la mirada con Jesús. Él nos mira con misericordia: que nosotros pongamos la mirada en esos ojos, pongamos la mirada en Él, que no le evitemos la mirada, que dejemos que esos ojos entren a lo profundo de nuestro corazón, porque así nos va a salvar, porque así va a llegar ahí hasta lo más hondo, hasta lo más íntimo de lo nuestro, y le va a dar un nuevo sentido a nuestra vida. Y eso es lo que importa: lo que los demás dicen no importa; lo que Jesús mira en lo profundo del corazón es lo que nos hace valiosos.

Por eso Jesús después está comiendo ahí con los amigos de Mateo, publicanos y pecadores, y los fariseos se indignan y dicen: “¿cómo puede ser que el maestro esté comiendo con ellos?”. Y Jesús lo dice una vez, con otras palabras: “Vayan a aprender lo que significa `quiero misericordia, no sacrificios´… Porque yo vine a llamar a los pecadores… Yo como médico vine para los enfermos…”.

Entonces hoy dejémonos encontrar por esa mirada de misericordia de Jesús. Dejemos que llegue a lo profundo del corazón – ahí donde no llegan las otras miradas superficiales -, y dejemos que esa mirada de misericordia nos transforme también nuestra propia mirada, y nos ayude a aprender lo que significa: “Yo quiero misericordia”. Que San Mateo nos dé una mano para poder hacer la misma experiencia que hizo él.