María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”. Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”. María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Ya estamos muy prontos para la noche buena y el evangelio nos regala el famoso canto de la virgen María. Una profunda acción de gracias, en la conciencia de todo lo bueno que hizo el Señor en ella.
Es un canto de alabanza, es un canto de agradecimiento, en este doble juego: por un lado, poder reconocer la grandeza del Señor. Por otro, reconocer la pobreza, su pobreza, la pobreza de la humanidad entera. Que ha sido objeto de misericordia, que ha sido mirada con compasión, con amor por el Dios todopoderoso.
Sin duda, el texto de la virgen María es para rezarlo, para cantarlo, para sumarse en alabanza en esta previa de navidad y también es una invitación a hacerlo propio.
Estamos llegando ya a esta fecha: – ¿por que razones quisieras alabar a Dios? – ¿Que viviste este último tiempo que te lleva a agradecer? – ¿En que aspecto de tu vida, en que acontecimiento del último tiempo pudiste experimentar la grandeza del Señor?
Como María, que también nosotros sepamos, en esta previa a la navidad, aprender a : – Alabar – Agradecer – A reconocer la acción de Dios, en nuestras vidas – Que Ël, ha sido, que Él es bueno con nosotros
De corazón, que Dios los bendiga y la virgencita los cubra con su manto