Jesús dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”. Después dijo a todos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?
Te invito a rezar con el Evangelio del día de hoy. Ayer dimos inicio al tiempo fuerte durante el año, la Cuaresma, quiere ponernos en preparación hacia el gran acontecimiento de la Pascua.
Hoy, dando un pasito más en ese camino, se nos precisa que para este camino -y el camino de la vida- hay que cargar con nuestra cruz y seguirlo. Se trata de cargar la Cruz y seguirlo. Hago énfasis en seguirlo que no es quedarse clavado, quedarse crucificado ahí. Llevarla con nosotros aquello que cuesta, eso que quizás quisiéramos no tener, pero no para quedarnos detenidos ahí, no para quedarnos sentados, no para quedarnos resentidos sino para animarnos a caminar hacia la Pascua.
Que este tiempo de Cuaresma sea un tiempo de conectar con tus propias cruces para hacer el camino de Jesús, el camino de cargar con la Cruz, el camino de seguirlo y en fin de cuentas el camino de triunfar sobre esa Cruz. La Cuaresma es el camino que nos lleva hacia la liberación Pascual.
Que Dios nos bendiga y la virgencita nos cubra con su manto. Pido que Dios les regale la gracia de tener una bendecida Cuaresma.