Jueves 23 de Septiembre de 2021 – Evangelio según San Lucas 9,7-9

martes, 21 de septiembre de
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El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: “Es Juan, que ha resucitado”. Otros decían: “Es Elías, que se ha aparecido”, y otros: “Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado”. Pero Herodes decía: “A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?”. Y trataba de verlo.

 

Palabra de Dios

Monseñor Ricardo Seirutti Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

Este Jueves el evangelio de Lucas nos cuenta que el tetrarca Herodes es enterado que Jesús hacía y enseñaba, lo tenía muy desconcertado y entonces se queda con respuestas que otros le dicen: “Es Elías, es uno de los antiguos profetas”. Pero Herodes decía: “ A Juan lo hice decapitar, entonces ¿Quién es este del que oigo decir semejantes cosas?” Y trataba de verlo, trataba de verlo.

No disponen el corazón abierto, sencillo al encuentro con Jesús sino que quiere verlo ¿Quiere ver que hacer? ¿Que enseña? Lo mismo le ha pasado con Juan, porque andaba escuchando a Juan el bautista pero no internalizaba en su corazón aquello que Juan decía.

No había un encuentro total más allá de lo que decía con la persona de Juan, para que él reconociera realmente, que era un profeta que estaba anunciando la venida de Jesús. No dispone de corazón. No abre el corazón. Trata de verlo, trata de verlo y así va a hacer este, en los momentos sucesivos, que se cuestionen ¿Quién es Jesús? Pero sin querer, reconocer realmente al Jesús que viene a cambiar la historia.

Quizás sus temores, sus miedos, su temor a que “su poder” cambié y entonces no, dispone esa apertura de corazón al encuentro verdadero con Jesús. ¿Como reconocemos a Jesús?¿Dónde lo encontramos ? – ¿En las afueras de nuestra vida? y entonces Jesús es alguien que “hace y enseña” y ¿nada más?

O verdaderamente nos encontramos corazón a corazón y reconozco al Dios de la vida, al Dios de la historia, al Jesús que viene a mí, enteramente quiere abrazar la totalidad de mi vida, cambiándola, convirtiéndola ¿no?
¡Entonces lo que hace y enseña se hace vida en mí!

¡Arriesguémonos a abrir siempre el corazón para encontrarnos verdaderamente con Jesús!