Jueves 24 de Febrero de 2022 – Evangelio según San Marcos 9,41-50

martes, 22 de febrero de
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Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Porque cada uno será salado por el fuego. La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros».

Palabra del Señor

Monseñor Ricardo Seirutti Obispo Auxiliar de Córdoba

 

 

 

Hoy el evangelio de Marcos, este Jueves de la séptima semana, dos cosas que me impactan, ni bien lo lei y se los comparto, dice: “Les aseguro que no quedarán sin recompensa ni quien les de beber, un vaso de agua por el hecho de que pertenecen a Cristo”. Fijense que lindo pensar esto. ¿Cuánta gente a nosotros, los cristianos, a los curas, a las religiosas, a cuantos de ustedes laicos, nos hacen favores por ahí. Alguna caridad, alguna amistad ¿Que lindo no? y pensar que el Señor va a recompensar ese gesto, esa actitud, esa caridad, ¿no? ¿Somos conscientes de eso?

Agradecer que el Señor es agradecido con aquellos que, a nosotros, sus discípulos, nos hacen algún favor. Agradecer.

Y cuando les digo “agradecer” pensar nombres, pensar cuanta gente nos hace bien por ahì a nosotros, los discípulos de Jesús. A todos. Dar gracias al Señor por eso, que él es el que recompensa.

Y hacia el final del evangelio dice, la sal es una cosa excelente, preciso, pero si se vuelve insípida
¿con que la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros
¡Que haya sal en ustedes mismos! ¿Cuál es esa “sal” en nosotros mismos? La palabra. El Evangelio. Jesús mismo en nosotros es sal. Y con eso es con lo que tenemos que salar a los demás, al mundo, a la cultura, a este tiempo. No la dejemos volver insípida. Nos alimentemos cada día Jesús, de su palabra, de su mensaje, de su vida, de Él mismo, y entonces esa sal no se volverá insípida

Que Dios los bendiga. ¡Un abrazo grande, grande para todos!