Jueves 24 de Junio de 2021 – Evangelio según San Lucas 1,57-66.80.

miércoles, 23 de junio de
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Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: “No, debe llamarse Juan”. Ellos le decían: “No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre”. Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: “Su nombre es Juan”. Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.

 

 

Palabra de Dios

Monseñor Ricardo Seirutti Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba

 

El texto del evangelio de hoy, este jueves es de San Mateo y la misma palabra de Jesús, dice:
“No son lo que me dicen Señor, Señor, los que entrarán en el reino de los cielos sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo”.

Qué buena para preguntarnos hoy  ¿de qué manera? ¿Cómo creo en Jesús? ¿Es meramente algo que creo y que lo excluyo de mi actuar en la vida? ¿Lo excluyo de mi testimonio? ¿Es Jesús solamente para mí, alguien en el que creo pero que no realiza su voluntad en mi vida? ¿Cómo vivo mi fe?

Y a esto se refiere el Señor, que nos dice, el Señor Jesús ¿cuántas veces decimos Señor, Señor?
¿cuántas veces decimos Jesús? Y sin embargo mi vida está lejos de hacer lo que me piden los evangelios, de dar testimonio con mi vida de su palabra.

Animémonos a preguntarnos esto hoy. La coherencia de mi fe, la coherencia de mi fe. ¿Cómo son mis sobras con respecto al evangelio? ¿Creo en el evangelio? ¿Lo llevo a cabo en mi vida, en mis obras, en mis relaciones con los demás?. Les dejo esa puntita”.

Un abrazo y que Dios lo bendiga siempre.