La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. “¿Qué quieres?”, le preguntó Jesús. Ella le dijo: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”.
“No saben lo que piden”, respondió Jesús. “¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?”. “Podemos”, le respondieron.
“Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre”.
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
“Como el hijo del hombre, que no vino a ser servido, sino para servir y a dar su vida en rescate por una multitud” he ahí el gran objetivo que todo discípulo debería seguir y tenerlo muy presente. ¿Pero cuantos de nosotros hasta el día de hoy no hacemos caso de lo que nos pide Jesús, y nos hacemos los distraídos y seguimos buscando el poder y la satisfacción personal? Si el motivo por el cual nosotros trabajamos y hacemos las cosas es para estar por encima de los demás, según la lógica del mundo, estamos muy equivocados, muy errados. Cuantas comunidades nuestras viven peleadas y en conflictos culpa de las luchas de poderes olvidándose completamente de lo que Jesús nos pide?
El Evangelio de hoy nos ayuda a fijar nuestra orientación, nos guía hacia el objetivo por el cual todos deberíamos ir. Siguiendo el ejemplo de San Felipe y Santiago, a quienes celebramos en este día que al principio no entendían la lógica de Jesús pero que después siguieron al pie de la letra las enseñanzas del maestro. Por ejemplo Santiago que nos pide que demostremos el amor que le tenemos a Jesús mediante el servicio y las obras, y que nos ataquemos entre nosotros mediante los chismes o malos comentarios.
Por eso hoy le pidamos a Jesús la gracia de querer seguir su ejemplo, de servir y de dar la vida para la salvación de muchos.
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