Jesús dijo a sus discípulos: “El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”.
Después dijo a todos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?
Estamos iniciando un nuevo tiempo de Cuaresma, que es como un gran retiro espiritual para todos nosotros del cual se nos pide que la vivamos con la seriedad que se merece.
En el Evangelio de hoy Jesús nos dice que “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a si mismo, cargue con su cruz cada día y me siga”. Si porque todos y cada uno tenemos nuestras cruces de la vida que tenemos que llevar. No podemos escaparnos de nuestra cruz. Es por ello que Jesús nos pide que la asumamos, que la carguemos. Pero no nos olvidemos, no estamos solos, Jesús está junto a nosotros para ayudarnos a cargar nuestra cruz de cada día. Por eso es importante que vivamos la cuaresma con seriedad, porque la cuaresma de las muchas cosas que nos enseña, nos enseña a saber que Jesús está junto a cada uno. Su testimonio nos muestra que detrás de cada cruz hay vida, hay alegría y paz. Y también que vale la pena cargar la cruz de cada día para seguir a Jesús que es un modo de estar muy unido a él.
Pidamos la gracia en esta cuaresma de seguir y estar más unido a Jesús. Pidamos la gracia de asumir y cargar la cruz, nuestra cruz todos los días.
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