Jueves 27 de Julio de 2023 – Evangelio según San Mateo 13,10-17

viernes, 21 de julio de
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En aquel tiempo, los discípulos se acercaron y le dijeron: “¿Por qué les hablas por medio de parábolas?”.
El les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden.Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán,Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen.Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.”

Palabra de Dios

Padre Sebastián Zagari | Sacerdote de la Diócesis de San Nicolás

En el evangelio de hoy los discípulos le preguntan a Jesús por qué le habla a la gente a través de parábolas. Ellos se daban cuenta de que, cuando Jesús enseñaba, lo hacía con estas historias sencillas, fáciles de entender, con ejemplos de la vida cotidiana, pero a través de las cuales Él estaba hablando de cosas importantes, de cosas grandes, de las cosas de Dios.

Y entonces ellos quieren saber por qué Jesús habla así. Y la respuesta de Jesús puede parecer un poco difícil pero en realidad tiene que ver con esa profecía de Isaías que él cita y que habla de que el pueblo tenía el corazón endurecido, los oídos tapados, y los ojos cerrados. Lo que nos quiere decir Jesús es que, para poder entenderlo, para poder recibir su mensaje, por más que este mensaje sea sencillo, lo que hace falta es abrir el corazón. Por eso muchos, en esa época, no fueron capaces de recibir lo que Jesús enseñaba. No porque no entendieran, sino porque tenían el corazón cerrado.

Esto lo podemos entender porque también nos pasa en cualquier vínculo humano. Yo no puedo entender a las otras personas si primero no les abro el corazón. Si una persona viene y me comparte algo de su vida, me cuenta lo que le está pasando, lo que está sintiendo, si yo no abro mi corazón frente a esa persona no lo voy a entender nunca, no voy a poder ponerme en su lugar y, por lo tanto, tampoco voy a poder ayudarlo ni acompañarlo. Todavía más: si tengo el corazón cerrado para con una persona, entonces todo lo que me diga esa persona, por mucho que se esfuerce en compartirme lo que le pasa, todo lo voy a recibir mal. Muchas veces nos pasa esto con la gente que más nos cuesta aceptar: le cerramos el corazón, le “bajamos la persiana”, y entonces no podemos recibir nada bueno de esa persona porque el corazón está cerrado. Esto muchas veces va arruinando los vínculos, las relaciones humanas, la vida comunitaria. Cuántas veces hacemos como que estamos hablando, y que estamos intercambiando, y que nos estamos comunicando, pero en realidad estamos enfrentando nomás el monólogo de uno con el monólogo del otro porque no hay corazón que esté abierto a lo que pasa por el corazón del otro. Hay una frase muy linda de San Francisco de Sales, que la tomó después el Cardenal Newman, y que dice: “el corazón habla al corazón”. Es la única comunicación posible.

Jesús nos dice que, para recibir el mensaje del Evangelio, hace falta lo mismo: abrir el corazón Si abrimos el corazón, entonces lo vamos a entender y, a pesar de que nos cueste, lo vamos a poder vivir. Si el corazón está cerrado, siempre vamos a encontrar excusas, siempre vamos a encontrar la manera de “gambetearlo” y vamos a terminar haciendo algo distinto a lo que nos enseña Jesús. Para recibir el Evangelio y que cambie la vida hay que abrir el corazón. Hoy se lo podemos pedir a Jesús, porque en el fondo es un regalo, es el regalo de la fe, pedirle que nos ayude a abrir el corazón para que el Evangelio pueda entrar profundamente y pueda dar mucho frutos en nuestra vida.