Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.
Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.
Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Porque cada uno será salado por el fuego. La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros».
Nuestro Señor en el Evangelio nos enseña hoy que debemos tener mucho cuidado con nuestras acciones. Que nuestros sentidos no nos lleven a hacer cosas que después nos arrepintamos o que después nos hagan daño. Dios nos puso en el mundo para ser felices y hacer el bien. Dios no nos puso en el mundo para hacer daño o para que nos hagamos daño. Dios quiere nuestro bien y por eso nos pide que nos cuidemos. Dios nos pide que cuidemos nuestro pensar y nuestro actuar.
Cuando vemos algo que no está bien tenemos que cortarlo de raíz, cuando veo que tal cosa realmente no ayuda tengo que rechazarla inmediatamente. Tenemos que aprender a ser prudentes, tenemos que aprender a ser sabios. Tenemos que tomarnos una pausa y pensar en lo que vamos a decir o hacer, ver si eso ayuda o no ayuda. Como cambiaría las cosas si siguiéramos las enseñanzas de Jesús, la realidad sería otra si todos nos proponemos a vivir el Evangelio. Las familias serían felices, las relaciones seria eternas, los pueblos progresarian de verdad, habría un mundo más justo y más fraterno.
Jesús hoy en el Evangelio nos pide que seamos generosos y ayudemos al necesitado. Jesús nos pide que no escandelizemos. Jesús nos pide que arranquemos de raíz todo lo malo que cometemos. Jesús nos pide una verdadera conversión. Y eso es lo que le vamos a pedir a Jesús en este día, que purifique nuestro corazón y nuestros sentidos, le pidamos a Jesús el don de la prudencia y la gracia de hacer siempre el bien a todos. Amen
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