Jueves 28 de Septiembre de 2023 – Evangelio según San Lucas 9,7-9

miércoles, 27 de septiembre de
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El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: “Es Juan, que ha resucitado”.Otros decían: “Es Elías, que se ha aparecido”, y otros: “Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado”.Pero Herodes decía: “A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?”. Y trataba de verlo.

Palabra de Dios

Padre Sebastián Zagari | Sacerdote de la Diócesis de San Nicolás

El evangelio de hoy, que es muy cortito, nos muestra la reacción de Herodes frente a todo lo que se va enterando sobre Jesús. Él, desde su lugar de poder, va escuchando lo que la gente que sigue a Jesús – y que cada vez es más – va comentando acerca de su persona, de sus enseñanzas, de los signos que hace, de la misión que los discípulos habían hecho enviados por él, y todo esto le genera inquietud, lo desconcierta, se empieza a preguntar quién es Jesús. Y escucha lo que la gente decía: algunos que lo presentaban como un profeta; otros decían que era Elías, que finalmente había vuelto; otros incluso decían que era Juan Bautista, que había resucitado, y esto le genera más inquietud todavía a Herodes, porque era él quien había mandado asesinar a Juan Bautista y entonces tiene un deseo de ver a Jesús.
Pero justamente ahí está el problema: es una curiosidad muy superficial… y se queda ahí. Como le pasó con Juan Bautista, a quien escuchaba con gusto, lo respetaba, pero al mismo tiempo, cuando tuvo que quedar bien con los invitados del banquete, no dudó en mandarlo a decapitar. Con Jesús le pasa lo mismo: despierta su inquietud, su asombro, sus preguntas, trata de verlo, pero cuando lo vea en el momento de la Pasión va a caer más bien en una actitud de burla, esperando un milagrito barato o un signo fácil de Jesús. Porque Herodes nos muestra, en realidad, que para la fe se necesita mucho más que una curiosidad solamente superficial.

Es verdad que muchas veces la fe nace de una pregunta, de una inquietud, de un asombro, de una búsqueda, de una curiosidad que quiere profundizar un poco más, pero siempre requiere de pasos concretos que se van dando y que nos ayudan a ir cada vez más a lo profundo. Es la única manera de hacer una opción de fe: para seguir a Jesús hay que comprometerse con la persona de Jesús, hay que comprometerse con las palabras de Jesús, que no tienen que entrar solamente en nuestro oído sino que tienen que llegar a nuestro corazón, y con la fuerza necesaria para movilizar y transformar el corazón. Seguir a Jesús es mucho más que una curiosidad superficial: es dar pasos para poder verlo, para poder conocerlo, para poder encontrarse con Él, para poder escucharlo, para poder dejar que sus palabras y sus gestos le hablen a mi vida. Eso quiere decir seguir a Jesús. Por eso, como lo decía ya el Papa Benedicto, no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que le da un nuevo horizonte a la vida.

Y entonces se necesita de nuestra parte ese deseo de más, ese deseo de algo más profundo, de un conocimiento más profundo pero un conocimiento del corazón, del amor que me hace acercarme a la persona de Jesús y dejar que su persona realmente transforme mi manera de ser. Por eso hoy miramos esto, la actitud de Herodes, la actitud del que no se la quiere jugar, del que no se quiera comprometer, del que simplemente mira desde afuera, y tal vez nos ayuda a nosotros a preguntarnos… ¿Desde dónde queremos mirar a Jesús? Porque la mirada superficial es fácil; es como si Jesús pasara hoy por nuestras calles y lo llamáramos para hacernos una selfie con él o para agarrar una frase linda de las suyas y ponerla en las redes sociales, pero seguir a Jesús es mucho más que eso, es comprometer mi corazón, es dejar que mi corazón vibre con las palabras de Jesús, que en primera persona mi corazón se la juegue con el proyecto de Jesús, y eso es el seguimiento, eso es el discipulado, eso es a lo que Jesús nos llama a nosotros, eso es lo que estamos llamados a vivir. Le podemos pedir a Jesús que, desde ese primer paso que es el querer verlo y querer conocerlo, nos ayude a ir más a lo profundo, para dejar que su evangelio nos transforme la vida.