La Oración del Maestro

martes, 10 de septiembre de
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Oh Dios, tú que siempre has llevado la vida a su perfección

plena mediante el paciente crecimiento, dame paciencia

para guiar a mis alumnos a lo mejor en la vida.

Enséñame a usar los móviles del amor y el interés;

y sálvame de la debilidad de la coerción.

Ayúdame a vitalizar la vida y a no limitarme a ser un mercader de hechos…

Que yo sea tan humilde y que me mantenga tan joven que

pueda continuar creciendo y aprendiendo mientras enseño.

Que pueda aprender las leyes de la vida humana tan bien que,

redimido de la insensatez de la recompensa y el castigo,

pueda ayudar a cada uno de mis alumnos a encontrar una

devoción suprema que los impulse a darse por entero.

Y que esa devoción concuerde con tus propósitos para el mundo.

Concédeme la gracia de luchar, no tanto para ser llamado

maestro sino para serlo; no tanto para hablar de ti sino para revelarte;

no tanto para referirme al amor y al servicio humano,

sino a poseer el espíritu del amor y el servicio;

no tanto para referirme a los ideales de Jesús sino

para revelarlos en cada acto de mi enseñanza.

Líbrame de sumergir mis labores en la mediocridad

ayudándome a tener siempre presente el pensamiento que,

de todas las actividades humanas, la enseñanza es en gran medida,

la tarea que tú has estado haciendo a través de todas generaciones,

Amén.