Nadie dijo que amar fuera fácil. De hecho, descentrarse en profundamente doloroso. Buscar el bien es salir de la clave del yo para andar la tierra del tú.
Acoger tus invitaciones, Jesús, es dejarte trastocar mi lógica, desprenderme de mi querer, elegir lo fecundo, no lo fácil. Confiar en tu poder que se muestra en mi infinita fragilidad.
Te llamo y tú vienes. Abres las ventanas de mi corazón y entra el aire fresco de la esperanza al creer que es posible amar más allá de mí si Tú vienes y te quedas. Dejarte entrar con lo que eso supone de libertad y de dolor, acoger el don en su totalidad, dejarte ser, escucharte y entender que mi vida solo es fecunda y plena cuando se descentra, cuando despierta otros sueños, cuando anima a otros a crecer en libertad, cuando sabe darse para sanar. Solo vivo si me gasto haciendo tu voluntad, sin guardarme nada, en total entrega, gustándome internamente en vivir tu querer.
Ven, entra otra vez y habita mis sombras. Anímame a darme de lleno, a vivir apasionada y descentrada, a mirar y mirarme con tu ternura, a esperar confiada en mis noches tu luz, dejándome acompañar hasta que sea la hora de la Vida, el pan compartido y la risa. Hasta ese entonces hazme permanecer en el Amor.
Fuente de la imagen: Instagram corxalexart