Hermano en Cristo, fijate, prestá atención, hoy quiero mostrarte y enseñarte cómo Dios en tanto desconcierto, y locura, nos sigue hablando y pintando nuestros días con pequeños trazos, casi inapreciables de -paradójicamente- libertad en medio del encierro. Porque en el encierro de nuestros hogares es dónde Dios nos permite el recogimiento, momento perfecto, donde nuestro desierto Cuaresmal se hace presente.
Desierto donde a su vez Dios se nos expone todo el tiempo, para decirnos algo…en el cielo; en ese momento de paz; en el Rosario que hacés en la terraza, o balcón; con tu familia; en esa videollamada con amigos; en la misa vista por Internet… y lo hace para anunciarnos algo, que como en el día de la Anunciación va a ser decisivo, como en la vida de María.
Hagamos un esfuerzo para escuchar a nuestro papá del cielo en éste momento, donde no valen las excusas, Él nos llama a vivir una Cuaresma y una pascua de resurrección distintas (y, ¡pucha que lo son!) arranquemos prestando atención a lo esencial, que haya también un ¡SI! en nuestros labios, para como María poder indicar a los demás el camino, que es Jesús. No te olvides que podés hacer mucho bien. En éste mundo donde gana la desesperanza, que nuestra rebeldía sea la esperanza que nos hace posible llevar la “Cruz del tiempo”.
Bruno Antoniazzi