Lo humano y lo divino

lunes, 26 de octubre de

 

El amor

La vocación

La santidad

El trabajo y el esfuerzo del hombre

El pan y el vino

El vino y el agua

El agua y el barro…

¡El camino recorrido!

¡Qué hermoso misterio! Todo tan humano, tan divino… todo tan de la tierra y tan del cielo, todo de Dios y todo tan nuestro…

Suena como una idea descabellada, es una locura, porque todo es Don, es regalo, es Dios mismo encarnándose hoy, revelándose hoy, mostrándose hoy, caminando con cada uno de nosotros hoy…

El cielo presente en la tierra con Cristo en la Eucaristía, alimentándonos y aliviando nuestros cansancios y fatigas de cada día…

Mezcla de tierra y de cielo es  la fragilidad humana ante la presencia divina.

Lo humano y lo divino presente en el trabajo que dignifica nuestra persona, en el pan que llega a nuestra casa cada día, que nos invita a sentarnos en la mesa y compartir la esperanza y el amor.

El encuentro con los amigos, el consuelo y el ánimo de todos ellos… ¡Son pedacitos de cielo, acá en la tierra!

Barro humano y soplo divino, símbolo de nuestra fragilidad y de la presencia del Espíritu, que hace que hoy seamos hijos en el hijo, que nos impulsa y nos envía a una misión de amor, en el que nos volvemos encuentro ¿No era eso Jesús? ¿No era amor? ¿No era encuentro? ¿No era camino? ¡Encuentro con el hermano! ¡Encuentro con el último! ¡Encuentro con el descartado! ¡Amor para todos y camino con todos!

Proyecto humano y divino la vocación, lo que nosotros somos y queremos ser… pensados desde el vientre materno, enviados a ser santos de la puerta de al lado, ¡Mirando el cielo con los pies en la tierra! “Humanidad que Cristo diviniza”

Así es hermano/a, este es un camino compartido, en el que nos encontramos y en ese encuentro, entre risas y anécdotas (y otras tantas cosas) está Cristo, nosotros ponemos el corazón y la mirada en el amor, y Jesús hará el resto,  Dios Padre sigue modelando a su imagen y semejanza y el Espíritu sigue dando soplos de vida…

La belleza de la creación, los atardeceres, las suaves brisas aliviando el calor, la lluvia que moja tierras secas para que sigan creciendo o no mueran, el canto de los pájaros… todo aquello que embellece nuestro alrededor ¿No es acaso presencia de Cristo? “(…) pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor.” (Sab 13,5)

¿Y si embellecemos con nuestra humanidad el camino? Podemos ser presencia de Cristo con la sonrisa, el abrazo, con la oración, poniendo el cuerpo por el otro cuando el camino se complica…

 

¡Dios te bendiga!

Julián Nuñez

https://poetasperonistas.wordpress.com/2016/12/21/poemas-de-enrique-angelelli-un-obispo-comprometido-con-el-pueblo/